Historias de ballenas: El viaje del rebaño ancestral.
Pocas personas en el mundo han escuchado en vivo el canto de una ballena, quienes lo han experimentado aseguran haber sentido un escalofrío como nunca, como si ese canto profundo y estremecedor fuera de otro mundo. Sin menospreciar el sorprendente sonido de otros animales, como el rugido de un león, la rebrama de un carnero, el aullido de un lobo o el canto de un jilguero, el de las ballenas tiene algo diferente, algo que nos conecta con la naturaleza de forma especial, la psicología los ha utilizado en terapias de ayuda a personas que sufren ansiedad y estrés. ¿Por qué nos pasa esto con los cantos de las ballenas? En este artículo exploraremos una posible respuesta.
El viaje de ida
La vida se originó en el océano y ahí, las células primitivas aprendieron y las perfeccionaron todas sus funciones; respirar, reproducirse, administrar energía y evolucionar, a esto le llamaremos memoria genética, destacando que es transferible y elemental para nuevas evoluciones. En un principio y durante más de 2,000 millones de años, las formas de vida se limitaban al simple y eficiente diseño de las arqueas y bacterias, estas evolucionaron para dar paso a organismos cada vez más complejos, primero fueron las células con verdadero núcleo y la organización de estas dieron lugar a algas, hongos, esponjas y cnidarios. Hace unos 550 millones de años, ocurrió una “explosión evolutiva” esto quiere decir que surgieron nuevos y diversos organismos y ecosistemas, y una intensa relación por la sobrevivencia que cambió profundamente el ritmo de la evolución de los seres vivos, la de los predadores y las presas. En la rama de los vertebrados surgieron los peces dominaron el océano, pero la necesidad de alimento y refugio ante depredadores llevo a un grupo peces, los pulmonados, a habitar la frontera entre el agua y la tierra, de estos peces surgieron los tetrápodos (animales vertebrados con cuatro extremidades), primero fueron los anfibios, estos se alejaron del agua y dieron lugar a los reptiles y de estos surgieron aves y mamíferos. Parece elemental, pero pasaron unos 300 millones de años entre la aparición de los primeros tetrápodos y el dominio de los mamíferos en el continente. En este tiempo ocurrieron incontables cambios, grandes extinciones, la separación de los continentes, glaciaciones, calentamientos globales, y miles de eventos que cambiaron la cara del planeta, lo que no cambió fue la relación depredador-presa.
El viaje de regreso
Hace unos 65 millones de años, después de la extinción de los dinosaurios, los mamíferos tomaron el dominio de los ecosistemas continentales, en ese momento, la mayoría de los mamíferos eran pequeños roedores que se alimentaban de insectos y frutos. La ausencia de los grandes predadores como el tiranosaurio permitieron la evolución de un grupo de carnívoros mamíferos llamado creodontes (parecidos a los felinos), esto dio comienzo a una relación predador-presa entre los mamíferos que determinó en gran medida el regreso de estos al mar. Es difícil pensar que hay más en común entre un antílope y una ballena jorobada que entre está última y un tiburón, pero es así. Los mamíferos marinos comprenden un grupo grande y diverso entre los que destacan las focas, las morsas, los osos polares y los lobos marinos, todos los anteriores están adaptados para nadar grandes distancias y bucear a grandes profundidades, pero pasan la mayor parte de su tiempo en la costa, en cambio los cetáceos (ballenas barbadas, ballenas dentadas y delfines) son los únicos adaptados para vivir en el océano. El ancestro más antiguo conocido de las ballenas (y de los hipopótamos) existió hace unos 50 millones de años, el Indohyus, tan parecido a un cerdo como a un borrego, los paleontólogos piensan que incursionó en el agua como estrategia para evadir a los depredadores. Pero los depredadores no se quedarían esperando a que su presa saliera del agua, así que el primero en incursionar en el agua fue el Pakicetus, un animal parecido a un coyote. Al paso del tiempo (unos 10 millones de años) corderos y lobos ancestrales fueron evolucionando para adaptarse a la vida acuática, cambiaron pesuñas y garras por aletas, modificaron sus cráneos, perdieron el pelo y desarrollaron un canto, una forma de comunicación compleja que nos remonta al origen mismo de la vida.