Luis R. Robles J.
Los océanos proporcionan una gran cantidad de recursos a la humanidad, son fuente de vida y de energía, son reguladores climáticos por excelencia y son los mayores productores de oxígeno. Más del 60% de la población mundial vive en la zona costera y otro gran porcentaje vive directamente de los recursos marinos.
Quizá alguna vez experimentaste esa sensación de inmensidad que viene de contemplar el mar, desde la orilla o tal vez desde un barco. Quizá alguna vez sentiste esa variante del vértigo que causa nadar en el gran azul sin saber a qué distancia está el fondo. Tenemos la idea de que los recursos marinos son infinitos, pero en realidad no es así, esta falsa idea, sumada a las dificultades de las naciones para suscribirse a compromisos internacionales en favor del medio ambiente, ha dejado a los océanos en una situación vulnerable, pues los acuerdos globales que buscan incluir las prácticas sustentables y la protección de los océanos son, en el mejor de los casos, ambiguos.
La Organización de las Naciones Unidas ha declarado el presente decenio (2021-2030) como el Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo es, a partir del conocimiento científico, construir estrategias y consensos internacionales para lograr océanos saludables, resilientes, seguros y productivos.
En este contexto, dos destacadas juristas, Michelle Bender y Rachel Bustamante del Earth Law Center de EE. UU. y una reconocida científica, Kelsey Leonard de la Universidad de Waterloo, Canadá, han propuesto una idea que puede revolucionar nuestra forma de entender y relacionarnos con los ambientes marinos, y potencialmente puede revolucionar nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza.
El argumento de partida es que, las leyes ambientales actuales no protegen la naturaleza, sino que permiten su destrucción gradual de forma legalizada y esto se debe a que la concebimos como una serie de recursos explotables, pero no se reconoce el propio valor de la vida que es inherente a la naturaleza, entonces ¿qué pasaría si reconocemos dentro de un marco jurídico los derechos de los océanos como una entidad viva? Si logramos entenderlo de esta manera, entonces las leyes deben evolucionar para reflejar los derechos del océano a existir, florecer y regenerarse, porque finalmente existe una fuerte relación de dependencia entre de humanidad a la naturaleza y, por lo tanto, un océano saludable es necesario para una humanidad saludable.
Pero antes de que podamos pensar en transformar las leyes a favor de esta hipótesis, es necesario que adoptemos valores que nos transformen a nosotros mismos y a nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza. Será una tarea difícil y de tiempo completo, pero no imposible. En Acuario Michin nos sumamos a esta idea desde nuestra fundación, impulsamos el conocimiento y las acciones a favor de la conservación de la biodiversidad, detrás de cada especie que puedes ver en nuestros pabellones, está la convicción, el profesionalismo y la pasión de cada uno de nuestros expertos que se esfuerzan todos los días en favor de ser mejores, también están presentes nuestros valores y nuestros compromisos, porque nuestro trabajo se fundamenta en el conocimiento científico, al igual que en el conocimiento ancestral y el amor por los seres vivos que nuestras culturas indígenas han expresado a través de los tiempos. Si estás en busca de inspiración y quieres ser parte de un cambio positivo, te invitamos a visitarnos.