Luis Roberto Robles J.
Los cliónidos, también conocidos como «ángeles de mar», son moluscos opistobranquios (caracterizados por su anatomía externa y la ausencia de concha) que cautivan con su belleza y singularidad. Su denominación común, «ángeles de mar», proviene de la apariencia etérea de algunas especies. Estos habitantes marinos exhiben una amplia diversidad de formas y colores, con cuerpos translúcidos o vibrantes y apéndices especializados que aparentan alas.
Debido a su tamaño (menores a 10 cm) estos bellos animales pueden pasar desapercibidos para los menos observadores, sin embargo, se encuentran en muchos lugares del océano, desde aguas templadas hasta tropicales. Muchas especies prefieren aguas someras, maravillándonos con su presencia durante el buceo en arrecifes de coral y estuarios. Cuando hay floraciones de medusas, son los aliados principales del ambiente, pues se alimentan de estos cnidarios.
Muchas especies son hermafroditas simultáneos, lo que significa que poseen órganos reproductivos masculinos y femeninos al mismo tiempo. Algunos también tienen la capacidad de realizar fotosíntesis utilizando cloroplastos de algas que consumen, brindándoles una fuente adicional de energía.
Los ángeles de mar suelen ser animales solitarios y de hábitos nocturnos que aprovechan las corrientes para “revolotear” en la columna de agua y alimentarse de pequeñas especies del plancton.
Aunque, de manera general, las diferentes especies de ángeles de mar no están en la lista roja de la UICN, la contaminación de su ambiente y otras actividades humanas impactan directamente en su salud.
En Acuario Michin, queremos dar a conocer la importancia de estas joyas marinas en términos de biología, ecología y comportamientos únicos. Su conservación es crucial para mantener el equilibrio ecológico de nuestros océanos, recordándonos la importancia de apreciar y proteger la diversidad de la vida marina.