AH XOC, EL DIOS DE LOS MARES MESOAMERICANOS.
Luis R. Robles J. Marzo 2022
El tiburón toro (Carcharhinus leucas) es un depredador temible, puede llegar a medir hasta 3.5 metros y pesar más de 200 kilos, además tiene una facultad biológica que le permite nadar tanto en el océano cómo en agua dulce. No en vano las culturas mesoamericanas del golfo de México y del Pacífico veneraron a este imponente pez.
Para los olmecas, el tiburón representaba el mundo más allá de la vida. Una figura tallada en piedra encontrada en Veracruz muestra un dios-tiburón orientado hacia el oeste, lo que significaba para los olmecas la dirección del inframundo.
Los mayas adoptaron de los olmecas a este dios y le dieron el nombre de Ah Xoc (Señor tiburón), cuyo sonido (ah-chaak) le dio origen a la palabra ‘shark’ que en inglés significa tiburón y fue acuñada por exploradores británicos de las costas de Belice.
Para los mayas Ah Xoc también era un dios relacionado con el inframundo, más aún, todos los dioses relacionados con el inframundo llevan un diente de tiburón cómo símbolo de su vinculación con la muerte. Cabe decir que para las culturas prehispánicas la muerte tiene un significado muy profundo.
Existe un cuento tradicional sobre Ah Xoc mediante el cual podemos entender la importancia que tuvo el tiburón en las culturas mesoamericanas, el cuento habla sobre un pescador que no lograba pescar ningún pez, entonces Ah Xok se aparece en el agua y le propone un trato, a cambio de la vida de uno de sus hijos le daría una pesca abundante, el pescador acepta y le entrega a su hija, así obtiene cientos de peces, y Ah Xoc se lleva a la niña a vivir al mundo acuático, pero la ambición del pescador lo llevo a negociar la vida de su otro hijo por más peces. Ah Xoc entregó los peces, sin embargo, el hijo escapó hacia las tierras altas dónde no había agua. Ah Xoc jamás volvió a ese lugar y desde entonces no hay más peces que pescar, ni ningún otro animal acuático.
El cuento de Ah Xoc nos da mensajes muy importantes que se pueden analizar desde distintas áreas del conocimiento, pero en este caso nos enfocaremos a lo que corresponde a la conservación. Cuando el ser humano respeta la naturaleza obtiene de ella sus recursos, pero cuando la ambición nos empuja a querer más y le “hacemos trampa” a la naturaleza, nos podemos quedar sin nada. Es muy interesante que las civilizaciones del periodo clásico mesoamericano tuvieran esta visión, hace más de dos mil años.